Energía solar en España

España es uno de los países de Europa con mayor irradiación anual. Esto hace que la energía solar sea en este país más rentable que en otros. Regiones como el norte de España, que generalmente se consideran poco adecuadas para la energía fotovoltaica, reciben más irradiación anual que la media en Alemania.

La primera instalación fotovoltaica conectada a red en España fue la planta piloto que Iberdrola instaló en San Agustín de Guadalix en 1984. Sin embargo, durante la década de 1980, el mercado fotovoltaico en España se ciñó al abastecimiento de aplicaciones aisladas.

No fue hasta 1993 cuando se pudieron instalar otros cuatro sistemas de conexión a red en unas viviendas particulares de pozuelo de Alarcón. A estos le siguieron otros proyectos de demostración: una escuela de Menorca, el Instituto de Energía Solar de la Universidad Politécnica de Madrid, y en la Biblioteca de Mataró, siendo la más importante la planta "Toledo-PV".

A finales de 1995 la potencia total sumaba 1.6 MW a pesar de que ninguno de los sistemas mencionados estuviera incorporado legalmente en el contexto general del sistema eléctrico. Al no existir una normativa específica que los regulase, se encontraban en una especie de vacío legal.

En 1998 el Gobierno aprobó el Real Decreto 2818/1998 que reconocía la necesidad de un tratamiento específico para esta alternativa energética, estableciendo unas primas de 30 y 60 pesetas por kWh vertido a la red, para sistemas con potencial nominal superior e inferior a 5 kWh, respectivamente.

En el año 2000, solo dos sistemas habían logrado acceder a esas primas, y el Gobierno publicó un nuevo Real Decreto, el 1663/2000, que estableció condiciones técnicas y administrativas específicas, y supuso el inicio de un lento despegue de fotovoltaica en España.

El verdadero marco regulador que impulsó definitivamente el desarrollo de centrales solares fotovoltaicas conectadas a la red fue el Real Decreto 436/2004 y el Rd 661/2007, en el que se estipulaba una prima de 0.44€ por cada kWh fotovoltaico que se inyectaba en la red.

Gracias a esta regulación, España fue en el año 2008 uno de los países con más potencia fotovoltaica instalada en el mundo. Sin embargo, a partir del 30 de Septiembre de 2008 esta actividad quedó regulada mediante el RD 2689/2008 de retribución fotovoltaica, que estableció unas primas variables en función de la ubicación de la instalación, estando sujetas además a un cupo máximo de potencia anual instalada a partir de 2009 que se adaptaría año a año en función del comportamiento del mercado. Estas modificaciones en la legislación del sector ralentizaron la construcción de nuevas plantas fotovoltaicas.

En 2011 se aprobó el Real Decreto por el que se estableció la regulación de las condiciones administrativas, técnicas y económicas de la conexión a red de instalaciones de producción de energía eléctrica de pequeña potencia.

Actualmente, el acceso a la red eléctrica en España requiere una serie de permisos de la administración y la autorización de la compañía eléctrica distribuidora de la zona. Ésta tiene la obligación de dar punto de enganche o conexión a la red eléctrica, pero en la práctica el papeleo y la reticencia de las eléctricas están frenando el impulso de las energías renovables en general, y de la energía fotovoltaica en particular. Las eléctricas buscan motivos técnicos, como la saturación de la red, para controlar sus intereses en otras fuentes energéticas y con la intención de bloquear la iniciativa de los pequeños productores de energía solar fotovoltaica.

Esta situación provoca una grave contradicción entre los objetivos de la unión Europea para impulsar las energías limpias, por una parte, y en España, la realidad de una escasa liberación del sector energético que impide el despegue y la libre competitividad de las energías renovables. A principios de 2013 la potencia instalada en España ascendía a 4.381 MW.